
Siete kilos seiscientos gramos de Corderito. Cocción de tres horas, adobado con un pincel de romero y el chimi que hace mi suegra.

No hay mucho más escribir, sólo recordar cómo comimos. Y para reventar, ensaimada mallorquina:
Un espacio para compartir los platos que preparo en pos de una alimentación más sana y natural. Un ejercicio que despierta un interés diferente a la hora de comer, donde el placer comienza en la elaboración de cada plato.
El tiempo no pasa, o sí. Las buenas costumbres se afianzan, y quizás algún día (o alguna noche) las pasemos a otros, a los nuestros. Jueves de Pescado, toda una institución para nosotros.
Si ud. llega a su casa a las 4am. No se fue de farra, a esta altura su esposa preferiría eso, acaso sería algo más terrenal, más creíble, más humano. Pero no, ud. se queda trabajando. No, no son horas extras. Es por la misma suma de siempre. Si a ud., le pasa eso, luego tiene que hacer una comida de punta a cabo, o de cabo a punta, el orden de los factores facturan lo mismo. En verdad, le tocarían cosas más grosas. No sé, un viaje, un compacto, flores, un vestido o todo eso en ese orden, o en otro orden. El orden o desorden de los sumandos no es tan importante como los restandos (se dice sustraendos).
Una vez más cerdo a la parrilla. Un corto fino. No fino porque sea de jáisosáieti. fino porque no es grueso. Matambre de cerdo asado a fuego lento, tan lento como para asar cebollas en rodajas.
Jueves, obligación de pescado. Hace tiempo que quería probar el salmón rosado. Carito, caro, carísimo. Bueno, quizás sea el precio que vale. Pero no vale la pena. Es el más grasoso de los pescados. No lo digo yo, lo escribo yo. Lo escribo por pata de ganso. De todos modos lo disfrutamos, porque lo hicimos a las brasas con leña. Acompañamos con berenjenas asadas capresse y salió una buena combinación.
El vino tinto y mío. No solo porque lo compré, sino porque lleva mi nombre. ¿Se ve? Vino rojo, añejado en barricas de roble. Elaborado artesanalmente en Valle Sud del Atuel, General Alvear, Mendoza.
Me faltaba meter las manos en la masa. Así, literal, completamente. Y llegó el día. Yo estaba plácidamente engatusado por la internet, adicta compañía de cada momento libre (de otro modo no estaría hecho esto blog). Una dulce voz, la dulce voz, me pregunta si quiere amasar pizza. La tentanción de decir no, seguir ahogado en la red de redes, y luego reclamar que la dulce voz no me enseña a amasar pizza es grande. Pero ya vine haciendo eso por largo tiempo. Consecuencia, manos a la masa, lógica consecuencia.
Esto es casi un clásico. Cordero entero, pequeño pero entero. Encima me lo vendieron sin abrirle el esternón. Y ya era hora de ponerlo al fuego. Porque fue un viernes, motivas para festejar algo en familia. Así que, cuchilla en mano y a modo de hachazos, zas, abierto.
Ensalada cruda. De lo que sea, no importa mientras esté bien lavada. Nunca se sabe cómo uno está con la toxo, y quizá te caiga de imprevisto una embarazada a comer. Si bien es poco probable, mejor lavar bien todas las hojas verdes. La idea de la ensalada es comerla antes de la comida. No sólo va dando saciedad, sino que además protege el sistema inmunitario intestinal que es atacado por las comidas cocidas. Bueno esto último los digo yo, y la verdad que no creo que sea verdad. Pero si se debe proteger, algo o alguien lo debe atacar, ¿no?
Luego, el arroz del bosque. No es cualquier arroz. Es integral. Cocción lenta, lentamente agregando agua y el toque de distinción con los hongos. Por eso le llamamos del bosque.
Postre. Sí, postre también. Frutillas, kiwis y pasas de uvas. La Ale es así, se mandó esta comida, balanceada, completa, diferente, inteligente, sabrosa. Tal como es ella. Yo no hice nada, bueno elegí el vino y me vacié la copa, y los platos. Ah, y subí esto al blog.

Este blog nació por una necesidad de cuidarme con las comidas, para lograr el objetivo de bajar los triglicéridos y el nivel de colesterol. Sí, ambos estaban elevados y deben estarlo. Porque, como pudieron notar, algunos (muchos) de los últimos platos publicados acá, no eran nada parecidos a los primeros que dieron origen.
La cosa es así. Salgo de la oficina y voy y compro algo para la parrilla. No importa qué, ni con qué se puede acompañar ni con qué se tomará. Y así fue. El jueves salí de la oficina, pasé por la carnicería y dame lo que tengas. ¿Pechito de cerdo? Y daaaaaaaaaaaalllllllleeeeeeeeeee.
Dado el éxito de la fondiú anterior, invitamos a degustar este delicioso plato a mis señores suegros.
El domingo pasado volvíamos del supermercado. Ya era medio tarde como para preparar algo, así que o quería pedir pizza. Pero dije: "me comería una pizza", creyendo que con el poco tiempo que quedaba para la cena la íbamos a pedir. Círculo perfecto de grasa grasienta de pizzería de barrio. Pero no. Teniendo a la Ale en casa, todo es casero. Apenas si dio el tiempo para que se enfriara el vino balnco espumante.
Hacía un tiempo que no encendía fuego, o eso creo. A veces me parece que no hago asado como por varios días, pero en verdad no recuerdo bien. No es que tenga mala memoria, pero quizás sí mucho colesterol en las arterias.
No tengo dudas que se puede disfrutar de cualquier comida. Aunque se trate de coliflor. No era tarde, y la vi preparando algo. Me acerqué, el aroma (léase olor) era inconfundible. Ahora que merodeo cerca de la cocina ya algunas cosas reconozco. ¿Coliflor?, me pregunté. Generalmente van de acompañamiento, pero ella lo tenía como plato principal. Le agregó queso y quinua. Tranquilos yo tampoco sé que es la quinua y también me pregunté: ¿Queso? con lo caro que está.
¡¿Qué?! ¿Cansada otra vez? Pero hoy sí es tarde le dije. Ni modo, a la cocina. Había un poco de ensalada, un poco de papas, un poco de salsa. Listo vuelta y vuelta el filet, pimienta y sal, y a comer. El vino blanco Chardonnay estaba fuera de la heladera, pero con las bajas temperatura de estas épocas lo tomamos así, de una.
Esto lo subo a blog porque abrí el paquete y las pasé al plato. Se trata de queso, ciervo, trucha, salame, todo ahumado. Acompañamos con cerveza roja y rubia, pero artesanal de Villa General Belgrano. Una mezcla infartante, como estar con una rubia y con una pelirroja. No, no importa que sean teñidas.
Llegué un día de la oficina y Alejandra estaba cansada. Era medio tarde, como las 8:00pm, y así y todo me dijo: "Prepará algo vos solito que estoy cansada".
Fuimos por el cordero, pero ya no tenían. Es una carnicería de esas atendidas por sus dueños, con buena mercadería y buenos precios. Preguntamos si tenían algo de cerdo. Nos ofreció un matambrito. Lo llevamos. Decidimos meterle queso y sobresada, un embutido muy común y apetitoso de las Islas Baleares.
Para el postre trajeron unas masas finas. Acompañadas con café tico (de Costa Rica) orgánico recién molido y con ron guatemalteco y licor de café. La foto final tiene ameritación en la paradoja de lo engordante de las masas y lo dietético del endulzante.
De a dos. Ella hizo una, yo la otra. Una trucha para cada uno.

El plato fuerte, cerdo asado (insisto que no se trata de mí) con mozzarella, cebolla rehagoda y cebolita de verdeo.
La ensalada es de tomates, hinojo y hojitas de albahaca, todo rociado con aceite de oliva.
¿El vino? Tinto malbec.
Un recuerdo de los Jueves de Pescado. El mar nos regala una gran variedad de manjares, y la corvina aún no la habíamos probado. Pues, entonces, corvina.
29, día de los ñoquis. Ni idea porqué se inventó eso, habrán sido los fabricantes de pastas frescas para saber cuándo producir ñoquis.



Cierto es que la pizza es del gusto que uno quiere, o mejor dicho del que tu esposa quiere. ¿Vos harías una pizza de rúcula? Neither would I (en este blog me regalo la posibilidad de parlar English). De todos modos, la vida se vive mejor con ella. Al menos me aceptó la idea de agregarle los camarones. Tengo que admitir que quedó buena, por el touch de parmesano.
A ver, de a poco, por partes, por pasos, por aclaraciones.



