La cosa es así. Salgo de la oficina y voy y compro algo para la parrilla. No importa qué, ni con qué se puede acompañar ni con qué se tomará. Y así fue. El jueves salí de la oficina, pasé por la carnicería y dame lo que tengas. ¿Pechito de cerdo? Y daaaaaaaaaaaalllllllleeeeeeeeeee.
El tema es prender el fuego. Entonces, encendí el fuego y meta mate con la Ale. Charla que te charla, pongo la carne al fuego y lento lento se va cosiendo.
Le tenemos que poner algo diferente arriba, dijo la patrona. Y dddddddddaaaaaaaaaaaallllllleeeeeeeeeeeee, le dije yo. Pisó un ajo (entiéndase una cabeza), le agregó mostaza en polvo y aceite. Quedó picantito. Para colmo la ensalada que la hizo con todo lo que había, le metió acheto (lo escribo así para que lo lean bien, porque nadie iba a leer aSeto), por lo que ni la ensalada refrescaba.
Pero había vino que había sobrado de la preparación de la fondiú. Blanco, refrescante chardonnay de las bodegas Tittarelli. Mendocino amarillo de nítidos reflejos verdosos, con dejo de humo y pan tostado.
El tema es prender el fuego. Entonces, encendí el fuego y meta mate con la Ale. Charla que te charla, pongo la carne al fuego y lento lento se va cosiendo.
Le tenemos que poner algo diferente arriba, dijo la patrona. Y dddddddddaaaaaaaaaaaallllllleeeeeeeeeeeee, le dije yo. Pisó un ajo (entiéndase una cabeza), le agregó mostaza en polvo y aceite. Quedó picantito. Para colmo la ensalada que la hizo con todo lo que había, le metió acheto (lo escribo así para que lo lean bien, porque nadie iba a leer aSeto), por lo que ni la ensalada refrescaba.
Pero había vino que había sobrado de la preparación de la fondiú. Blanco, refrescante chardonnay de las bodegas Tittarelli. Mendocino amarillo de nítidos reflejos verdosos, con dejo de humo y pan tostado.
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