jueves, julio 26, 2007

Fritata de Coliflor

No tengo dudas que se puede disfrutar de cualquier comida. Aunque se trate de coliflor. No era tarde, y la vi preparando algo. Me acerqué, el aroma (léase olor) era inconfundible. Ahora que merodeo cerca de la cocina ya algunas cosas reconozco. ¿Coliflor?, me pregunté. Generalmente van de acompañamiento, pero ella lo tenía como plato principal. Le agregó queso y quinua. Tranquilos yo tampoco sé que es la quinua y también me pregunté: ¿Queso? con lo caro que está.

Tenía dos caminos. Uno, el común, el del macho argentino: reclamar y pedir la carne. A la plancha o la cama, pero carne sería necesario. No tomé este camino, porque no soy común ni ordinario (soy más ordinario, por eso soy extra-ordinario) y tampoco soy macho. Argentino sí soy, pero ya hablo una mezcla latinoamericana que se me pega, se me pega [y nunca despega (el tema del verano sí era más peligroso que el sol)]. Entonces tomé el camino dos. Corté los tomates y las aceitunas, los puse en el plato en un intento de decoración y tuvo su efecto: la hermosa sonrisa de la mujer más bella (un poco de frases cursis quedan siempre bien, siempre que uno lo sienta de verdad).

Vino Picada 15 de Neuquén. Carbenet Sauvignon de buen porte y mejor precio. De la nada, de un colifror, surgió una cena amena, cordial y feliz. Algo que está bueno vivir.

No hay comentarios.: