Lluvia, agua, lluvia, barro, lluvia, árboles caídos, lluvia, nubes negras, lluvia. Comer hay que comer. Pastas frescas, sí eso, pastas frescas. Vamos y compramos unos ravioles de espinaca y pavita. La lluvia para y no nos mojamos, la cabeza, porque los pies pisan agua, barro, esquivan árboles y se ven amenazados por nubes negras.
Toca preparar la salsa mientras ponemos a hervir el agua. Me calzo el delantal que me regalaron, parezco todo un chef de programa trucho de cable. Hoy con ustedes el reconocido chef italiano don Gabrielle Spinázzola, así con tilde en la á como se pronuncian los apellidos bien tanos. Con esa introducción inventamos un salsa del Adriático. Si con albahaca, tomate, aceitunas negras y queso es Capresse, le metemos zanahoria, cebolla de verdeo, morrón y como el queso es parmesano, y creo que Parma está en la región que da al Adriático, le llamamos así. Si la región da a otro lado o la salsa lleva otro nombre o lo que sea, ni modo, para el programa trucho de cable va de diez.
Tres tomates, le cortás una punta y los rallás, sí con rallador, ¿con qué más? Así, ya tenés la base de la salsa. Las zanahorias las rallas también, no hacés como hice yo que las corté en cubitos chiquitos y como ya era tarde no daba por esperarles la cocción. Para el programa trucho de cable diremos que era salsa con zangoria crujiente. Así, mal pronunciado suena más italiano. La cebolla de verdeo va bien picada, lo mismo que la albahaca y el morrón. Las aceitunas en tiritas, como para decorar.
La cebolla, la zanahoria y el morrón a reahogar en fuego fuerte. No sé porqué se dirá reahogar, porque no lleva agua, no agrego aceite y el poco jugo que emanan se evapora. En fin, para el programa de cable este comentario lo omito. Quizás lo editen, no sé. Ah, ¿vamos en vivo? Entonces no debiera hacer tantos silencios. Metemos la salsa de tomate. Si no hubiéramos puesto la zangoria estaría hecho en minutos. Esa era la idea, porque el programa es de pocos minutos. No es un programa, en verdad. Se trata de un micro dentro de otro programa. Listo, se nos ocurre lo de zangorias crujientes. Agregamos un toque argentino, le metemos un chorrito de vino tinto Malbec. Esta botella no se termina más, debe tener dos litros en vez de los famosos 3/4 de todos los totín. Los ravioles se hacen enseguida, suben a la superficie como peces que se hierven y muertos flotan. Los pescamos, para no tirar el agua caliente por si queremos repetir. Para la última porción hacemos como la abuela cuando hacía las pastas para todos y lo colamos.
Los ravioles, la salsa, agregamos la albahaca y las aceitunas. Cae el parmesano como bendición de lluvia en campo seco. Se sirve en copas lo que queda del vino. Se come, se disfruta, se vive. Vuelve a caer la lluvia. Lluvia, agua, lluvia, barro, lluvia, árboles caídos, lluvia, nubes negras, lluvia. Se corta el cable. A dormir la siesta.
Toca preparar la salsa mientras ponemos a hervir el agua. Me calzo el delantal que me regalaron, parezco todo un chef de programa trucho de cable. Hoy con ustedes el reconocido chef italiano don Gabrielle Spinázzola, así con tilde en la á como se pronuncian los apellidos bien tanos. Con esa introducción inventamos un salsa del Adriático. Si con albahaca, tomate, aceitunas negras y queso es Capresse, le metemos zanahoria, cebolla de verdeo, morrón y como el queso es parmesano, y creo que Parma está en la región que da al Adriático, le llamamos así. Si la región da a otro lado o la salsa lleva otro nombre o lo que sea, ni modo, para el programa trucho de cable va de diez.
Tres tomates, le cortás una punta y los rallás, sí con rallador, ¿con qué más? Así, ya tenés la base de la salsa. Las zanahorias las rallas también, no hacés como hice yo que las corté en cubitos chiquitos y como ya era tarde no daba por esperarles la cocción. Para el programa trucho de cable diremos que era salsa con zangoria crujiente. Así, mal pronunciado suena más italiano. La cebolla de verdeo va bien picada, lo mismo que la albahaca y el morrón. Las aceitunas en tiritas, como para decorar.
La cebolla, la zanahoria y el morrón a reahogar en fuego fuerte. No sé porqué se dirá reahogar, porque no lleva agua, no agrego aceite y el poco jugo que emanan se evapora. En fin, para el programa de cable este comentario lo omito. Quizás lo editen, no sé. Ah, ¿vamos en vivo? Entonces no debiera hacer tantos silencios. Metemos la salsa de tomate. Si no hubiéramos puesto la zangoria estaría hecho en minutos. Esa era la idea, porque el programa es de pocos minutos. No es un programa, en verdad. Se trata de un micro dentro de otro programa. Listo, se nos ocurre lo de zangorias crujientes. Agregamos un toque argentino, le metemos un chorrito de vino tinto Malbec. Esta botella no se termina más, debe tener dos litros en vez de los famosos 3/4 de todos los totín. Los ravioles se hacen enseguida, suben a la superficie como peces que se hierven y muertos flotan. Los pescamos, para no tirar el agua caliente por si queremos repetir. Para la última porción hacemos como la abuela cuando hacía las pastas para todos y lo colamos.
Los ravioles, la salsa, agregamos la albahaca y las aceitunas. Cae el parmesano como bendición de lluvia en campo seco. Se sirve en copas lo que queda del vino. Se come, se disfruta, se vive. Vuelve a caer la lluvia. Lluvia, agua, lluvia, barro, lluvia, árboles caídos, lluvia, nubes negras, lluvia. Se corta el cable. A dormir la siesta.
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