Lunes de lluvia, de diluvio. Buenos Aires recibe agua en abundancia, al contrario de algunas zonas rurales que rezan por ella.
Ale puso en remojo unos porotos negros, orgánicos los quias. Se deben remojar como ocho horas, para que se hidraten, porque quizás vengan de esas zonas en donde se reza por acqua.
Llegué tarde, cerca de las 20:00. Ella ya tenía cortada en cubos zanahoria, batata, calabaza, zapallitos, repollo (que no es un re-gargajo), cebolla y me pidió que preparara una salsa de tomates para acompañar. Me dio un consejito: a los tomates le cortás un borde y los rallás sin pelar, te quedan listos para salsa y la piel en el rallador. Si no lo sabías, te aplica el dicho "Todos los días se aprende algo nuevo". Piqué cebollita de verdeo y ella me ayudó con un ajo. Reahogué y agregué el tomate.
Ale hirvió todito junto, agregando unos fideos para dar algo más de consistencia (tuvimos adición de comensales) y condimentó con perejil el potaje y con albahaca la salsa. Cuando la zanahoria está cocida, está todo para servir. Un toque de queso reggianito, el tinto "El Portillo" y a cenar.
La noche, oscura, fría y mojada, afuera, potaje calentito, colorido y sabroso adentro (del estómago).